lunes, 28 de julio de 2008

FEDERICO OZANAM

FEDERICO OZANAM
Precursor del laicado activo



Nacido en Milán el 23 de abril 1813, Federico Ozanam fue una extraordinaria figura del laicado católico.

Desde niño aprendió a respetar al pobre y al desvalido. Su principal modelo fue la viva caridad de su padre, quien como médico asistió gratuitamente a muchos pobres; y la bondad y sencillez cristiana de su madre, que se combinó con su servicio generoso a los desvalidos.

Su educación formal la recibió en Francia, tanto en Lyon como en París, donde leyó mucha literatura anticristiana surgida en ese tiempo, pero al mismo tiempo profundizando con dedicación en el conocimiento de la fe.

En 1831 llegó a París para estudiar leyes. Ozanam se encontró con una sociedad sometida a intensas tensiones, que aún no se recuperaba de la revolución francesa, las guerras napoleónicas y el fracaso de la restauración borbónica. La Sorbona, Universidad donde estudió, es uno de los focos de descristianización de Francia. Federico sufre al contemplar esta situación: «La frialdad de París congela mi sangre... su corrupción paraliza mi espíritu», escribe en esos años. Muy pronto su liderazgo se deja sentir en la Sorbona, al punto que pudo escribir a su familia: «Cada vez que un profesor alza su voz contra la fe, se levantan muchas voces católicas en protesta por ello». Al terminar sus estudios se convertiría en el profesor más joven de la Universidad de la Sorbona.

Nace la Sociedad de San Vicente de Paul
De carácter activo, Ozanam se vinculó con unos compañeros de estudios de la Universidad y con un profesor de filosofía y publicista católico, Manuel José Bailly, dando origen en 1832 a las Conferencias de Historia. Éstas constituyeron un ámbito de apostolado intelectual para contrarrestar el volteriano y santsimoniano ambiente de la Sorbona.

El objetivo de sus primeros fundadores era, en principio, profundizar en su vida cristiana. Estas inquietudes las expresa Federico Ozanam afirmando que "quisiera formar una reunión de amigos que trabajaran juntos en el edificio de la ciencia bajo el pensamiento católico". En ella se daban intensos debates en torno a la fe. En una de las sesiones, que reunía a decenas de jóvenes e incluso profesores de la Universidad, un grupo encabezado por Ozanam toma una decisión: ir al encuentro de los pobres. Pronto empiezan a poner la acción caritativa en un lugar central.

Así, a los 20 años de edad en 1833, y sin abandonar el apostolado o «caridad intelectual» que habrá de ejercer durante toda su vida, Ozanam funda con el apoyo de Bailly y cinco compañeros, las Conferencias de la Caridad o Sociedad de San Vicente de Paul, con el ánimo de «consolidar la fe y de reanimar la caridad en la juventud católica», proyectándose en el encuentro personal con los pobres y trabajando así por la santificación personal y el Reino del Señor.

A través de esta obra busca vincular en una relación personal a indigentes, marginados, carentes de salud y medios para una vida digna, con quienes pudieran aportarles alguna ayuda y apoyo humano y cristiano.

Ozanam afirma entonces que "desearía que todos los jóvenes de cabeza y de corazón se unieran para realizar una obra caritativa, y que se formara en todo el país una vasta asociación generosa para aliviar a las clases populares". Cree que lo más ajustado a la fe es consagrarse a la ayuda de los demás y que "para que Dios bendiga nuestro apostolado una cosa falta: obras de Caridad".

Esos jóvenes que forman la primera Conferencia cuentan en sus pasos iniciales con la ayuda de una Hija de la Caridad, Sor Rosalía Rendú, una mujer conocida en la época por su acción caritativa. Sor Rosalía les puso en contacto con las situaciones de pobreza del París de finales del XIX y animó y ayudó a Las Conferencias en su crecimiento.

Desde el principio, las Conferencias se pusieron bajo el patrocinio de San Vicente de Paul. La caridad era el eje fundamental de la Sociedad, aunque las Conferencias mantuvieron siempre una especial atención a la formación y el enriquecimiento de la fe de los socios. Por ello Ozanam afirma que "queremos que esta Sociedad de caridad no sea ni un partido ni una escuela, ni una cofradía, sino que sea profundamente laica y sin dejar de ser totalmente católica".

La defensa de la verdad y su compromiso social constituyeron los dos polos de su corta pero generosa vida. Con tenacidad y perseverancia fue capaz de levantar una obra que adaptó el cristianismo a las necesidades que presentaba un siglo en el que surgían fuertes ideas contrarias a la religión católica. Quizás su más importante mérito fue haber logrado recuperar el protagonismo para los laicos dentro de la Iglesia.

Federico Ozanam sentó las bases del nuevo pensamiento social defendiendo la justicia en las relaciones laborales y humanas, condenando la esclavitud y rechazando las enormes diferencias entre ricos y pobres. Su obra tendió a sustituir la limosna por la justicia social.

El matrimonio como camino de santidad
Ozanam sintió una inclinación a consagrar plenamente su vida al apostolado, y por lo tanto se preguntaba cuál sería el designio de Dios para su vida. Al regresar de París a Lyon, luego de culminar sus estudios de Derecho y de Literatura, decide retomar más sistemáticamente el diálogo sobre sus inquietudes vocacionales con el padre Noirot, quien había sido su acompañante espiritual durante su etapa escolar. Federico se entrega a un proceso de discernimiento en el que llega a la conclusión de que Dios lo invita al matrimonio. El padre Noirot era un convencido de que el matrimonio es un camino de santidad y que precisamente los tiempos requieren del ejemplo de santos matrimonios. Por ello, junto con una sana teología del sacramento, la apertura a la gracia, la oración y el discernimiento, Noirot supo acompañar el proceso de esclarecimiento espiritual de Ozanam.

En ese tiempo, Federico aspiraba a una cátedra de literatura. Al visitar el hogar de la familia Soulacroix Magagnos con el objeto de dialogar con el rector de la Academia de Lyon, Federico conoce a su hija Amelia con quien comparte ideales y horizontes.

El 23 de junio de 1841, ante su hermano el sacerdote Alfonso Ozanam, Federico y Amelia Soulacroix Magagnos contraen matrimonio.

Ozanam describe como una bendición el nacimiento de su hija María, en julio de 1845. Paralelamente su salud se va debilitando. El diagnóstico de un problema respiratorio encubre la verdad de una enfermedad renal que permanece oculta. Los médicos le recomiendan viajar a una zona de clima más templado. Así, en 1846 Federico y Amelia visitarán nuevamente Italia, aunque esta vez con su hija. Allí, junto a las visitas a los centros culturales y a las grandes bibliotecas en las que nutría su intelecto, Federico infatigablemente tomó la oportunidad para introducir las Conferencias Vicentinas en Italia.

Dedicó su vida a estudiar la llamada cuestión social, teniendo claro que debía completarse con la caridad y que la caridad, a su vez, tenía que completar lo que la justicia por sí sola no puede. Sus actividades marcaron profundamente la historia de la doctrina social cristiana.

En 1853 Ozanam muere en Marsella, después de pasar por una dolorosa enfermedad. Murió muy joven, pero ciento cincuenta años más tarde siguen vivos sus planteamientos sociales y su testimonio evangélico. Su vida se puede resumir en tres palabras: oración, trabajo y entrega. Tres conceptos permanentes en la concepción del cristianismo que Ozanam supo vivir y transmitir.

En 1997 Juan Pablo II lo beatificó en la catedral de Notre Dame, en París.

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