martes, 29 de julio de 2008

Peter Maurin, santo y filósofo del Movimiento Trabajador Católico



por Marcos y Luisa Zwick


Peter Maurin enseñó a Dorothy Day no todo lo que ella sabía, pero casi todo.
Se conocieron en 1933. Peter había sido mandado a Dorothy Day por George Schuster de la revista Commonweal. El había buscado a Dorothy Day particularmente porque ella era periodista, pensando que ella podría publicar un periódico donde sus ideas podrían estar expresadas. Dorothy Day no estaba muy segura de Peter de primero porque él hablaba mucho y con un pesado acento francés, pero la hermana de Dorothy, Tessa, lo había recibido en su departamento y Dorothy lo escuchó.
Dorothy había ido a Washington, D.C., para cubrir una protesta de hambre de los desempleados. Durante este tiempo ella sentía muy fuertemente la separación de sus viejos amigos que estaban protestando bajo la bandera socialista. ¿Dónde, ahora que ella era católica, podría encontrar un lugar donde podría usar sus talentos para ayudar a sus compañeros trabajadores, a los pobres? El 8 de diciembre de 1932 (la Fiesta de la Inmaculada Concepción), ella fue a la Capilla de la Inmaculada Concepción en la Universidad Católica de América allí en Washington, D. C., y pasó la mañana en oración, pidiéndole a Dios que le ayudara a encontrar una manera de integrar su nueva fe con su preocupación por los pobres. (Irónicamente, este es el mismo día, el 8 de diciembre, en que los editores del Trabajador Católico de Houston se conocieron, años después).
Cuando ella regresó a Nueva York, Peter Maurin la estaba esperando.
Dorothy describió su impresión favorable de Peter en su autobiografía, diciendo, "Yo encontré esperándome a un hombre de estatura baja y rechancho de cincuenta años o más, tan andrajoso y áspero como los que protestaban. Estaba intensamente vivo, alerta, aun cuando estaba callado, leyendo o pensando. Cuando hablaba, la inclinación de su cabeza, su expresión animada, el calor de sus ojos, sus ademanes, sus hombros, todo su cuerpo, exigían la atención."
Dorothy notó cosas en su primer encuentro, características de Peter que se confirmaron en los años que ella lo conoció. "El hablaba de ideas, no de personalidades. Mientras otros estaban siempre analizando, hablando el uno del otro, usando las vidas y actitudes de otros para ilustrar sus ideas, Peter era siempre impersonal, delicadamente esrupouloso de nunca hablar de otros, de nunca hacer comentarios derogatorios."
Según su libro de Dorothy, La larga soledad (Sal Terrae, 2000), cuando Peter la conoció el empezó inmediatamente lo que él llamó luego su educación. Por varias semanas después él venía cada tarde y hablaba por horas acerca de sus ideas--acerca de un bosquejo católico de la historia, de las vidas de los santos, las enseñanzas de los escritores de la Iglesia primitiva, filosofía personalista contemporanea y del programa de acción que él había desarrollado para implementar la la doctrina social católica--la enseñanza de los Papas. Sugerió muchas lecturas para Dorothy.
El programa de acción que presentaba Peter Maurin a Dorothy consistía de discusiones de mesa redonda para la clarificación de pensamiento, casas de hospitalidad (donde católicos pudieran practicar las obras de misericordia como se presentan en San Mateo 25:31ff. y en la tradición de la Iglesia), y de universidades agrónomas.
Peter era muy persistente, puesto que él andaba buscando apóstoles para compartir su trabajo.
Anuncien, no denuncien
Dorothy recordaba que Peter "hacía sentir un sentido de misión tan pronto como lo conocieran. El no pintaba un panorama de miseria e injusticia tan intenso que te hiciera arder por cambiar al mundo. En vez de eso, él hacía sentir en uno un sentido de sus propias capacidades para trabajar, para cumplir. Hacía sentir que usted y todos los humanos tenían un gran y generoso corazón con que amar a Dios. Si alguna vez se reconociese este hecho en uno mismo, sí podría esperar encontrarlo en otros. Más grande que esto, era tener fe en el Cristo en otros sin poder verlo a El. Bienaventurado es el que cree sin ver."
¿De dónde venía Peter Maurin?
En el tiempo en que él conoció a Dorothy Day, Aristide Peter Maurin había ya formado su propio síntesis de las ideas que él primero había aprendido en su devota familia católica en Francia, donde al caminar e ir y venir a la aldea, su padre le instruía acerca de las "máximas provocantes" del Evangelio, y en su educación por los Hermanos Cristianos de La Salle. Cuando ya creció él fue por varios años un novicio en la orden de los Hermanos de La Salle, donde recibió una educación excelente en liturgia y teología, en las vidas de los santos y en la espiritualidad benedictina. Como un novicio y después al dejar la orden, él participó en el movimiento católico llamado Le Sillon en Francia. Según Arthur Sheehan en su libro Peter Maurin: Creyente Alegre (Hanover House, 1959), este movimiento, y grupos de estudio en los que él participaba, enfatizaban una alegre, pero ascética fe como la de San Felipe Neri, una fe que implica la dedicación de la propia alma entera, de la imaginación, los sentimientos y emociones al igual que la inteligencia. El sueño era que con la intensa dedicación cristiana, amor, responsabilidad y acción por justicia social, problemas sociales desaparecerían al notarlo la gente: "Vean como esos cristianos se aman los unos a los otros."
Aun cuando él era novicio en la orden de los Hermanos Cristianos de La Salle, Peter estaba obligado a participar en el servicio militar francés. Después de dos años de servicio él era llamado periódicamente a las reservas por dos semanas mas.
La conscripción militar estaba en contra de los principios cristianos pacifistas de Peter. El conocía bien la ley natural del derecho de defensa propia y las condiciones filosóficas para una guerra justa, pero su modo era el de San Francisco, de seguir los consejos de perfección del Evangelio.
Peter Maurin tomó una decisión de dejar a Francia, donde su familia vivía y trabajaba en la misma tierra por casi 1,500 años, para ir a Canadá, donde no se le requeriría continuar en servicio militar.
El había estado leyendo Peter Kropotkin, especialmente Campo, Fábricas y Talleres y Asistencia Mútua, donde pequeñas artesanías eran presentadas como un suplemento a la agricultura. Antes de dejar su país pasó algunos meses en el sur de Francia estudiando las industrias de artesanías.
Peter vino a Canadá como un establecedor, con la intención de fundar su casa propia. Después de un par de años muy duros en la tierra allí, él se vino a los Estados Unidos, donde trabajó en varios lugares y eventualmente estableció una escuela de francés en Chicago con éxito. Después, aceptó una invitación para enseñar francés en Nueva York. El era un inmigrante indocumentado en los dos países.
Fue en ese tiempo que él, que había estado buscando una manera de vivir su vocación en este nuevo país y cultura, tomó la decisión de ya no aceptar pago por sus lecciones, pero de ofrecer su trabajo como un obsequio, permitiendo a los estudiantes pagarle lo que ellos creyeran que las lecciones valían. Ese fue el principio de su vida de pobreza voluntaria.
En Nueva York Peter desarrolló sus ideas y programa de acción y escribió muchas obras en un estilo de verso libre. El visitó a varios sacerdotes, editores y otros, explicando su programa, buscando gente para implementarlo. Fue bien recibido por muchos católicos eruditos y activos y más tarde invitó a algunos de ellos a publicar artículos en el Trabajador Católico.
Como empezar
Al compartir sus ideas con Dorothy, Peter le pidió que "popularizara el programa para necesidades inmediatas, lo cual podría ser la semilla para un programa de larga duración, una revolución verde, publicando un periódico, pero se preguntaba como podría empezar esta obra practicamente. Dorothy hizo la pregunta práctica, "Pero, ¿de dónde vamos a obtener el dinero?" La respuesta de Peter estableció el tono para el funcionamiento de todo el movimiento del Trabajador Católico:
"En la historia de los santos, el capital se recaudaba por oración. Dios te manda lo que tú necesitas cuando lo necesitas. Podrás pagar al impresor. Nada mas lee las vidas de los santos."
Dorothy había estado leyendo acerca de la vida de Rose Hawthorne, la hija del autor Nathaniel Hawthorne, que había empezado un hospicio en Nueva York para los pobres que tenían cancer. Su método de recaudar dinero simplemente diciendo a la gente lo que ella iba a hacer atrajo a Dorothy. Quizás ella podría empezar de una manera pequeña.
"Lo que hay que hacer es empezar," seguía diciendo Peter.
Peter pensó pedirle a su amigo Padre Joseph Scully, quien tenía una parroquia grande, poder usar el sótano de la iglesia y una máquina mimeográfica. Dorothy Day también quería conocer a Padre Scully y así un día ella fue a la casa parroquial. Cuando descubrió que el Padre Scully había salido, ella fue a la iglesia a hacer una visita. Como ella lo recuenta, "Allí estaba Peter, la única otra persona en la iglesia en ese momento. El no me vio entrar sino que estaba allí ante el Santísimo Sacramento sin moverse, callado, absorbido, contemplando al altar. De vez en cuando yo veía que levantaba su dedo índice, contando algunos puntos, y luego, silencio de nuevo."
Dorothy no esperó más ese día a Padre Scully, pero pensó en lugar de eso en imprentas. Ella podría tener 2,500 cópias de un pequeño periódico de ocho páginas impresos por $57.00 por la Prensa Paulina.
Y fue así, que el periódico del Trabajador Católico comenzó.
Pero Peter Maurin no estaba muy contento con la primera edición. El pensaba que el periódico estaría simplemente lleno con sus propias ideas. Cuando salió la primera edición el primero de mayo con artículos acerca del trabajo, huelgas, desempleo, columnas escritas por otras personas y otros reportajes ademas de una media docena de "Ensayos Fáciles," por Peter, (como el hermano de Dorothy llamaba su estilo de escribir), Peter protestó:
"El periódico de todos es el periódico de nadie," dijo él. Aún su nombre había sido deletreado mal en la primera edición, como Maurain en lugar de Maurin.
Para la segunda edición del periódico Peter había removido su nombre como uno de los editores. Puesto que él tenía un programa específico y el periódico expresaba muchos puntos de vista, él pensó que sería mejor ser un contribuidor en lugar de editor. "Como editor," dijo él, "se supondrá que yo patrocino o abogo cualquier reforma sugerida en las páginas del Trabajador Católico. Prefiero definitivamente firmar mi propio trabajo, para que se entienda lo que yo apoyo."
Arthur Sheehan nos dice que la presentación de Peter sobre las casas de hospitalidad fue presentado en la edición de octubre para mandarla a la reunión de Obispos en una conferencia nacional de Caridades Católicas de Nueva York. En su campaña para desarrollar casas de hospitalidad para los pobres, Peter citó a un Concilio de la Iglesia del quinto siglo que requería que los Obispos Católicos proporcionaran casas de hospitalidad en cada parroquia de la Iglesia, abiertas a los pobres, los enfermos, los huérfanos y los ancianos.
El resultado inmediato, sin embargo, fue el principio de la primera casa de hospitalidad del Trabajador Católico. Una mujer joven que leyó el periódico vino a demandar que los editores empezaran a dar hospitalidad en lugar de solamente escribir acerca de ello. Se rentó un departamento esa misma tarde y empezó la hospitalidad.
Otros comienzos
Junto con las casas de hospitalidad, otras partes del programa de Peter Maurin fueron desarrolladas durante esos primeros años del movimiento Trabajador Católico.
Profesores prominentes de Columbia y sacerdotes Jesuitas y Benedictinos vinieron a hacer presentaciones al empezar Peter su serie de lecturas para la clarificación de pensamiento, una tradición que continúa hasta este día en el Trabajador Católico. Peter Maurin conocía a estos oradores y ellos venían a su invitación. También traían a sus estudiantes a ayudar en la casa de hospitalidad y para aprender acerca de la idea de Peter de que eruditos y trabajadores compartieran y trabajaran juntos.
En 1936 una granja fue fundada y empezaron comunidades agrícolas. Esta granja y las otras que después empezaron a aparecer por el país fueron un gran desafío porque muchas familias o personas que vinieron a vivir y trabajar en las granjas sabían muy poco acerca de la agricultura. Arthur Sheehan describió la realidad: "Los agricultores nuevos salían a sembrar con grandes esperanzas, pero cuando llegaba el tiempo de escardar, no tenían la disposición de trabajar pacientemente hora tras hora en este difícil aspecto de la cultivación. Peter aconsejó a sembrar en cuadros de semillas y cuando ya las plantas estuvieran como de una pulgada de alto, transplantarlas a la tierra gradada, en surcos. Así sería más fácil quitar la mala hierba rapidamente con una cultivadora."
Las granjas estaban en la linea de la economía distributiva de Padre Vincent McNabb, G. K. Chesterton y Hilaire Belloc que Peter endorsaba.
Peter Maurin también apoyaba mucho a Concilio Interraciales en sus principios y en la lucha por justicia para africano-americanos. El empezó una casa de hospitalidad en Harlem en Nueva York.
Conociendo a Peter Maurin
En una de las primeras casas de hospitalidad, Stanley Vishnewski, quien se unió al Trabajador Católico a la edad de 18 años y nunca lo dejó, conoció a Peter Maurin cuando él se quedó a cenar después de su primer día como voluntario en Nueva York. En su libro Wings of the Dawn (Alas del Alba, publicada por el Trabajador Católico), él cuenta de la conversación de Peter durante esa comida:
"Yo no había sido presentado a Peter pero él no se esperaba por presentaciones. En ese momento su cara se avivó y se animó. Apuntó con su dedo hacia mí y dijo, 'En los primeros siglos de la cristiandad se alimentaba a los pobres, se les vestía y les daba posada, a un sacrificio personal, y los paganos decían acerca de los cristianos: Vean como se aman los unos a los otros.'"
Peter continuó: "Yo estoy en favor de tradición y no de revolución. En el Trabajador Católico debemos de tratar de tener la pobreza voluntaria de San Francisco, la caridad de San Vicente de Paul, el acercamiento intelectual de San Dominic, las conversaciones fáciles acerca de las cosas importantes de San Felipe Neri y el trabajo manual de San Benito."
Peter visitó universidades, obispos, personas en el mundo de finanzas, incluyendo el Wall Street Journal, para discutir economías y su programa.
John Moody, del Servicio de Invercionistas Moody, describió su encuentro con Peter Maurin:
"Cualquiera que lo haya conocido sabe que él puede, a primera vista, hacer que el escalofrío corra por el espinazo, cuando él empieza a hablar. Si cuando él empieza, tu estás sentado recargado en tu silla, te enderezarás en la silla antes de que él haya hablado por cinco minutos. El puede embutir mas verdades en tu craneo a alta velocidad que una persona ordinaria puede hacer en una semana.
"Esa mañana su tema era justicia social. El me dio, entre otras cosas, la sustancia de la encíclica Quadragesimo Anno del Papa Pio XI, la cual hasta ese tiempo yo no había comprendido todavía. Pero Peter lo había comprendido, y él explicó su contenido tan claramente para mí que a poco tiempo pude hablar brevemente de ello a un grupo pequeño de personas intimidantes de Wall Street, y realmente decirles algunas cosas que ellos todavía no sabían."
Crítica de los sistemas económicas
Al analizar la historia de la economía mundial, Maurin dedujo que recientes siglos solo habían traído la destrucción cuando la economía era controlada por interés propio, materialismo y consumismo. Junto con Nicolas Berdyaev, él censuraba el triunfo de la voluntad al poder y afluencia por encima de la voluntad a santidad y genio que habían aparecido cuando el centro de la vida, lo espiritual, se había echado al margen.
Cuando las alternativas del sistema capitalista y la filosofía marxista se discutían, Peter señalaba las deficiencias de los dos. El presentaba una visión alternativa donde cada persona tuviese trabajo creativo, donde los trabajadores fueron propietarios de los medios de producción, y artes, artesanías, oficios prácticos, cooperativas y la vida agraria reemplazaran la fabricación en gran escala, consumiso material y colectivismo.
Como lo presentó la revista Time, "Su mensaje era simple y no comprometedor: Capitalismo, con sus fundamentos en usura y su deshumanización del hombre por la máquina, es tan malo para la humanidad como lo es el socialismo con su estado de depersonalización."
El préstamo de dinero con interés era criticado por Maurin como un problema fundamental en nuestro sistema económico. El citaba a los profetas de Israel y los Padres de la Iglesia que condenaban la práctica. Quizás el preveía las horrendas desigualdades y las injusticias, la falta de preocupación por la persona humana que existen hoy en el Tercer Mundo por la deuda al Banco Mundial y al Fondo Monetario Internacional.
Personalismo Comunitario
Peter leía extensamente y estaba especialmente familiarizado con los escritores personalistas como Emmanuel Mounier, Nicolas Berdyaev, Jacques Maritain y Leon Bloy, y los traducía del francés al inglés para el periódico.
La filosofía personalista enfatizaba la dignidad de la persona humana y el reto de tomar responsabilidad personal en lugar de esperar que los gobiernos o burocracias obtuvieran fondos para poder actuar. El personalismo era también la alternativa de Peter para aquellos que querían un partido político católico. El creía en construir una sociedad nueva dentro del casco de la antigua.
Los personalistas, incluyendo a Peter Maurin, creían que la dignidad humana podía ser afirmada solamente por la restauración y primacía de lo espiritual. Como señala Marc Ellis en su libro, Peter Maurin (Paulist Press, 1981), para el "Un humanismo sin Dios podría poner en movimiento las fuerzas que llevarían a la humanidad a una nueva época de superstición e ignorancia, donde todo sería posible y permitido y la persona no contaría para nada." Esto, como muchas de las ideas de Maurin, fue profético.
El holocausto y la cultura de muerte de hoy fueron el resultado de esta nueva época de la superstitución y la ignorancia.
Maurin vio los peligros inherentes de las teorías políticas opuestas a lo espiritual. El predijo y el Trabajador Católico protestó fuertemente en los 1930's el crecimiento del totalitarismo en Alemania y otros países, hecho posible en parte por el crecimiento de la tecnología y burocracia, donde todos los ciudadanos se convirtieron en números con información personal adherida.
A aquellos que ensalzaban el progreso como la gran meta de la vida y civilización, según Maurin y los personalistas, no le entraron el sentido entero de la historia, centrado en Dios.
¿Criticar la Iglesia?
William Miller denota en A Harsh and Dreadful Love (Un Duro y Terrible Amor: Image Books, 1973), que Peter no gastaba su creatividad en criticar la Iglesia. El radicalismo personalista no encontró la idea de la Iglesia como obtstáculo a su filosofía y métodos. Al contario, era solamente a través del radicalismo personalista que la dinamita de la Iglesia podría encenderse. Así Maurin unía la ortodoxia con radicalismo, y este principio era comprendido y ha sido fielmente seguido por Dorothy Day.
Obituario
"Cuando murió Peter Maurin en 1949, la revista Time describió su funeral:
"Vestido con un traje usado y consignado a una sepultura donada, los restos mortales de un hombre pobre fueron sepultados la semana pasada. Estos arreglos eran propios; durante casi toda su vida Peter Maurin no había dormido en cama propia ni usaba un traje que no fuera usado por alguien. Pero a su entierro entre los muchos pobres del barrio al Sur de Manhattan, el Cardenal Spellman mismo mandó su representante. Había sacerdotes representando muchas órdenes católicas y había laicos, ricos y pobres, de lugares tan retirados como Chicago. Toda la noche antes de su entierro ellos habían venido a la pobre tienda donde estaba tendido su cuerpo, para decir una oración o tocar sus rosarios a sus manos cruzadas. Muchos de ellos estaban seguros de que Peter Maurin era un santo."
L'Osservatore Romano, publicado en Ciudad Vaticano, publicó el obituario de Peter Maurin en su primera página.
Trabajador Católico de Houston, Vol. XVI, No. 5, sept.-oct. 1996.

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